Siempre he dicho que no espero nada de la gente, y así es. No
me gusta hacerlo porque cuando las cosas no suceden de acuerdo a nuestras
expectativas, nos frustramos. No esperar nada de nadie me permite querer a las
personas como son, comprenderlas y, en cierta medida, ponerme en sus zapatos. En
este momento me encuentro en un dilema, porque si bien tengo mis reglas acerca
de la expectación, me es difícil cumplirla cabalmente cuando se trata de mis
amigos.
Hay una persona a la que estimo mucho y de la que nunca he
querido esperar nada, pero me resulta sumamente complicado. Cuando lo veo
triste o molesto, le pregunto qué tiene y trato de ayudarlo en lo que me es
posible. Cuando está alegre, yo me siento alegre. Siempre he estado con él para
lo que ha necesitado. Pero siento que no es recíproco.
No puedo esperar que haga mi voluntad, porque las relaciones
humanas no deben ser así. Sin embargo, me duele que cuando estoy triste, cuando
me siento mal, ni siquiera lo note. A veces pasan días sin que me hable más allá
del saludo o me pregunte cómo estoy. En ocasiones veo cómo se enorgullece de
sus otros amigos, convive con ellos y hace cosas por ellos que no haría por mí.
Sé que soy una persona sumamente difícil, pero conforme vamos conociendo a la
gente, descubrimos cómo convivir con ella. Y no siento que mi amigo lo haya
hecho. No se interesa por las cosas que le platico acerca de mí. No veo ningún
interés de su parte, porque sabe que yo siempre estoy ahí, solícita, y que no
le pido nada a cambio. Y no me molesta hacerlo. Pero me duele. Es duro sentirse
ignorado por alguien a quien se quiere.
Overkill – Men at Work
Como dice la melodía del video, quizá es sólo mi imaginación.
Quizá exagero y no sucede nada de lo que referí párrafos arriba. Como dije, soy
desapegada a la gente y a las cosas para poder apreciarlas sinceramente. Y
siempre estoy dispuesta a ayudar a los demás, a dar hasta que no pueda más, a
tenderme hasta romperme. Pero hasta el ser humano más fuerte, más ecuánime,
necesita sentirse querido de vez en cuando. Sobre todo por aquellos a quienes
aprecia más que al resto de las personas.
Confieso, no sin pena, que he dejado de hablarle a mi amigo.
Él está pasando por un momento complicado, y si bien debería estar ahí para
apoyarlo, también es cierto que cuando alguien sufre por su manera de ser, lo
mejor es dejarlo, pues tiene que descubrirlo por sí mismo para poder resolverlo.
Actúa como si no le importara, y me lastima, al igual que me hieren sus otras
actitudes. No sé si esto tenga solución, porque no quiero “cantarle” lo
abandonada que siempre me he sentido. Pero tampoco quiero perder un amigo. Quizá
deba pasar un poco de tiempo antes de arreglar las cosas, si es que tienen
arreglo. Quizá todo deba quedarse como está, pero lo ignoro. Sólo sé que estoy
dolida y que tengo que salir adelante, alzar la cara y olvidar que me duele,
porque he pasado por cosas peores. Como decía una vieja frase, hay que llevar
una gran cantidad de resignación en nuestro camino por la vida.
No tengo nada que perdonar porque no soy la más indicada
para darle el perdón a nadie. A veces las personas desconocen la razón de sus
actos, y lo entiendo. Pero como mencioné, los que aparentamos ser duros,
necesitamos un poco de comprensión y de afecto en ocasiones, aunque por orgullo
no pedimos nada. Ignoro lo que vaya a suceder en adelante, pero le deseo lo
mejor a mi amigo. Espero que encuentre en alguien más todo lo que no supe ser,
todo lo que no supe dar…
Todo es pasajero. Sé que en algún momento, este dolor también
pasará.
Lau dixit.