miércoles, 20 de junio de 2012

Vivir para cagarla (episodio 16)



Hace unas semanas fui a cenar con unos amigos y, como ninguno de los tres tiene auto, regresamos a casa en metro. Yo bajé unas estaciones antes que ellos, por lo que el camino a casa lo emprendí sola. En el pasillo de la estación, rumbo a las escaleras, advertí que alguien me hablaba: un hombre de color, de unos 35 años, de estatura y músculos impresionantes. Me recordó un poco al genio de Maestro Limpio, pero sin arracadas ni playera blanca.


Este personaje me preguntó qué salida debía tomar para llegar a su hotel, el cual queda a cuadra y media de la estación; le expliqué y seguí caminando, pero el susodicho tenía que salir del mismo lado, así que nos fuimos charlando. A grandes rasgos, me preguntó mi nombre, si soy mexicana y si me podía quedar a platicar con él, ya que vino de Francia y se sentía triste y solo. Comencé a sentirme nerviosa y no sabía qué hacer para convencerlo de que yo no era el tipo de compañía que él buscaba, pero me acompañó hasta el microbús porque insistía en que fuéramos a tomar una copa.


 Je t'aime... moi non plus - Jane Birkin y Serge Gainsbourg

La conversación final fue la siguiente:

—¿Éste es tu autobús?
—Sí, tengo que irme.
—¿En verdad tienes que irte?
—Sí, ya es tarde.
—Bueno, ¿pero te puedo ver mañana?
—Ehhh... no lo sé.
—Vamos a tomar una copa. Ando muy solo.
—Mmmm... lo pensaré...


[Me da el típico beso doble francés y huele mi perfume.]


—Me gusta cómo hueles.
—Jeje... gracias.
—Me gusta tu cuerpo...


[Me abraza y me da otro beso en la mejilla. Susurra en mi oído.]


—Quiero verte mañana y que pases la noche conmigo.
— ¡No, no, no, no!
—¡Nos vemos!


Sentí pavor y extrañeza por lo sucedido. Durante el trayecto a casa me quedé pensando si todo aquello fue real, o sólo fue una alucinación producida por la tortilla española que cené. Fue raro, muy raro...


Creo que de ahora en adelante llevaré chaperón a todas partes.


Lau dixit.


P.S. Pinche francés, nunca me llamó. Qué mal. :(