jueves, 31 de mayo de 2012

Toughness


Siempre he dicho que no espero nada de la gente, y así es. No me gusta hacerlo porque cuando las cosas no suceden de acuerdo a nuestras expectativas, nos frustramos. No esperar nada de nadie me permite querer a las personas como son, comprenderlas y, en cierta medida, ponerme en sus zapatos. En este momento me encuentro en un dilema, porque si bien tengo mis reglas acerca de la expectación, me es difícil cumplirla cabalmente cuando se trata de mis amigos.

Hay una persona a la que estimo mucho y de la que nunca he querido esperar nada, pero me resulta sumamente complicado. Cuando lo veo triste o molesto, le pregunto qué tiene y trato de ayudarlo en lo que me es posible. Cuando está alegre, yo me siento alegre. Siempre he estado con él para lo que ha necesitado. Pero siento que no es recíproco.

No puedo esperar que haga mi voluntad, porque las relaciones humanas no deben ser así. Sin embargo, me duele que cuando estoy triste, cuando me siento mal, ni siquiera lo note. A veces pasan días sin que me hable más allá del saludo o me pregunte cómo estoy. En ocasiones veo cómo se enorgullece de sus otros amigos, convive con ellos y hace cosas por ellos que no haría por mí. Sé que soy una persona sumamente difícil, pero conforme vamos conociendo a la gente, descubrimos cómo convivir con ella. Y no siento que mi amigo lo haya hecho. No se interesa por las cosas que le platico acerca de mí. No veo ningún interés de su parte, porque sabe que yo siempre estoy ahí, solícita, y que no le pido nada a cambio. Y no me molesta hacerlo. Pero me duele. Es duro sentirse ignorado por alguien a quien se quiere.


OverkillMen at Work

Como dice la melodía del video, quizá es sólo mi imaginación. Quizá exagero y no sucede nada de lo que referí párrafos arriba. Como dije, soy desapegada a la gente y a las cosas para poder apreciarlas sinceramente. Y siempre estoy dispuesta a ayudar a los demás, a dar hasta que no pueda más, a tenderme hasta romperme. Pero hasta el ser humano más fuerte, más ecuánime, necesita sentirse querido de vez en cuando. Sobre todo por aquellos a quienes aprecia más que al resto de las personas.

Confieso, no sin pena, que he dejado de hablarle a mi amigo. Él está pasando por un momento complicado, y si bien debería estar ahí para apoyarlo, también es cierto que cuando alguien sufre por su manera de ser, lo mejor es dejarlo, pues tiene que descubrirlo por sí mismo para poder resolverlo. Actúa como si no le importara, y me lastima, al igual que me hieren sus otras actitudes. No sé si esto tenga solución, porque no quiero “cantarle” lo abandonada que siempre me he sentido. Pero tampoco quiero perder un amigo. Quizá deba pasar un poco de tiempo antes de arreglar las cosas, si es que tienen arreglo. Quizá todo deba quedarse como está, pero lo ignoro. Sólo sé que estoy dolida y que tengo que salir adelante, alzar la cara y olvidar que me duele, porque he pasado por cosas peores. Como decía una vieja frase, hay que llevar una gran cantidad de resignación en nuestro camino por la vida.

No tengo nada que perdonar porque no soy la más indicada para darle el perdón a nadie. A veces las personas desconocen la razón de sus actos, y lo entiendo. Pero como mencioné, los que aparentamos ser duros, necesitamos un poco de comprensión y de afecto en ocasiones, aunque por orgullo no pedimos nada. Ignoro lo que vaya a suceder en adelante, pero le deseo lo mejor a mi amigo. Espero que encuentre en alguien más todo lo que no supe ser, todo lo que no supe dar…

Todo es pasajero. Sé que en algún momento, este dolor también pasará.

Lau dixit.

viernes, 18 de mayo de 2012

¿Qué será, será?


The future's not ours to see, qué será, será...

Livingston / Evans


Todos los años, sin falta, hay un periodo al que nombro "La Gran Depresión", que comienza el 30 de abril y termina por ahí del 16 o 17 de mayo. Quiero pensar que el de 2012 finalizó hoy. En esta época gloriosa tiendo a recordar mi infancia, a pensar en todo lo que dejé de ser y lo que ahora soy. Como su nombre lo indica, me deprimo grandemente, profundamente.

La niñez fue un episodio difícil de mi vida que no puedo borrar, pero tampoco quiero pensar en él. Dejar de hacerlo me tranquiliza en cierto modo. Me aporta un poco de paz mental. No rechazo mi pasado, sólo no me gusta recordarlo... al menos no del todo.

De niña, en algún momento me pregunté cómo sería llegar a esta edad, a qué me dedicaría, si estaría casada y con hijos, si tendría una vida rutinaria... en fin, pensé en miles de posibilidades y ninguna resultó en lo que vivo ahora. Cuando mi mente infantil divagaba en tales escenarios, no tomaba en cuenta todos esos problemas que trae consigo el ser adulto, todas esas complicaciones que le añaden emoción a la vida, sin importar si son buenas o malas experiencias. Nunca imaginé lo dolorosa que es una decepción ni cómo se siente que te rompan el corazón; tampoco imaginé que iba a perder a algunos seres queridos, pues no me enseñaron a lidiar con la muerte o las pérdidas, todo lo aprendí por mí misma y de manera vivencial; mucho menos imaginaba cómo es amar o darlo todo por alguien, lo fui descubriendo sobre la marcha.

Los lectores de este blog quizá se preguntarán por qué dedico una quincena completa a deprimirme, si se puede hacer por días separados. Sinceramente, ni yo misma lo sé. Supongo que se debe al cúmulo de recuerdos que comienzan a poblar mi memoria. Son tantos que me es imposible convivir con ellos sin sentir tristeza o derramar alguna lágrima, y se hace necesario dedicar un periodo determinado de tiempo para convivir con mi depresión. La tristeza ha definido a toda mi generación, la ha dotado de un encanto único, un encanto melancólico, y yo no puedo ser la excepción.

La canción que le da título a este post aparece en la película The Man Who Knew Too Much, de Hitchcock. No creo que tenga mucha relación con la trama del filme, pero es una canción linda. Habla de todo eso que uno se pregunta y para lo cual no hay respuesta. Justo como yo lo hacía cuando era niña.


Que Sera, Sera - Doris Day 

Esta melodía también aparece en un capítulo entrañable de Los Simpson, en el que un asteroide se acerca a Springfield y todos temen por su vida. Flanders tiene un refugio y, de pronto, todo el pueblo está resguardándose en él, sin embargo, a causa de la persuasión de Homero, las personas deciden que debe salir, a pesar de ser el dueño del búnker. Ned se retira a una colina y canta la canción, la cual queda como anillo al dedo para la situación: nadie sabe lo que sucederá...


El cometa de Bart - Los Simpson

No tiene caso preguntarse por el "y si...". Nuestra única ocupación debe ser el "ahora". El "y si..." lo jode todo, nos llena la cabeza de patrañas. El pasado ya existió y no se puede modificar. La función principal del "y si..." es atormentarnos, ocupar nuestro pensamiento en cosas baladíes. El "ahora" es una oportunidad para hacer lo que queremos y como lo queremos. Hay opciones. La elección es una de las facultades más valiosas del ser humano, sin embargo, en ocasiones la intercambiamos por el lamentable "y si...". Sin duda es una fea costumbre.

A veces me preguntan si me gustaría volver a ser niña. En el momento no respondo nada, pero en el fondo sé que no quisiera hacerlo. Mi infancia no volverá y ya no puedo cambiarla. Cuando recuerdo algún suceso, viene a mi mente esa monumental frase de Las batallas en el desierto: "Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia." Ya lo viví. Ya lo dejé atrás. Con suerte, algún día podré decir que ya lo olvidé.

¿Qué será que nos depara el destino? No lo sé. Por ahora vivo el momento. No quiero regresar páginas ni recurrir al "y si...". Bien dice la canción que el futuro no es nuestro. Pero el presente sí lo es. Podemos moldearlo, ajustarlo, configurarlo según nuestros ideales. El presente es tangible, el futuro no. El pasado es lejano y debemos dejarlo donde pertenece. El presente es lo único que tenemos. Vivámoslo bien, vivámoslo en paz, justo como lo merecemos...

Lau dixit.