domingo, 26 de febrero de 2012

Tonight, Tonight

Believe in me as I believe in you, tonight...

Billy Corgan


Vi Hugo hace un par de semanas, sin embargo, no fue sino hasta hoy, la víspera de los premios Oscar, que me decidí a escribir esta entrada.

Sin duda alguna, este filme es todo un despliegue estético y visual acorde con la época en la que vivimos, y aunque se trata de una historia complaciente, no por ello carece de significado, sino todo lo contrario, creo que el hecho de ser tan simple es lo que la hace tan bonita. Al menos a mí me lo pareció.

Dentro de la ambientación steampunk de la película, vemos a sus personajes desenvolverse como piezas de esa gran maquinaria que es el mundo, y creo que por ello hacen énfasis en la idea de que las máquinas tienen una función porque, de igual manera, TODO en la vida tiene un propósito: la gente, los sucesos, los objetos, los recuerdos, las coincidencias... Los seres humanos, en cierto modo, somos máquinas. Máquinas que ayudan a que otras máquinas más grandes funcionen. Y si alguna pieza de esa maquinaria interna falla, invariablemente las demás fallarán.

Cuando vi esta cinta no pude evitar acordarme de la canción que le da título a este post. El video es un bello homenaje a Georges Méliès, al igual que la película. Y la letra es un homenaje a esas máquinas que hacemos llamar "seres humanos". Al menos es lo que me gusta pensar. Me gusta pensar que nuestras piezas se aceitan y se mantienen funcionando si creemos en nosotros mismos. Si estamos convencidos de que existe un propósito para cada uno de nosotros en el mundo. Si podemos creer en otros. Si creemos en la vida misma...


Tonight, Tonight - The Smashing Pumpkins

La película también es un homenaje al cine. Méliès fue un genio que se permitió soñar, que creyó en sí mismo. Los resultados aún son palpables. El cine de ficción simplemente no sería el mismo sin sus filmes. Esa era su función en el mundo.

Casi todos somos melómanos y cinéfilos si se atiende al estricto sentido de ambas palabras, y sin caer en definiciones pedantes de "yo sé más que tú" o "a mí me gustan mejores cosas que a ti". Podemos ser clasificados de ambas maneras porque lo que nos define es el hecho de amar algo y no lo que amamos. Yo amaba el cine antes de que empezara a trabajar para la cadena de exhibición cinematográfica más grande de este país. Y en mi vida hubo un antes y un después. Conocí lo que había detrás del hecho de acudir a una sala a ver una cinta. Descubrí eso que hace que una tira de celuloide gire. Lo que hace que la luz proyecte una imagen. Lo que hace que un sonido se escuche. Pero sobre todo, aquello que difunde una idea, una manera de pensar, una vivencia, una anécdota, un hecho. Conocí cómo es que una historia llega a nosotros y se funde con nuestros sentidos. Y ahora sé que trabajé en ese lugar por una razón. Y que en ese lugar tuve un propósito. Y que en cada lugar en el que me desenvuelva, también tendré una función. Pero no podré desempeñarla si no creo en mí misma. Si no mantengo a la máquina en buen estado.

Ignoro si Hugo se llevará todos los premios a los que está nominada. Es una película bonita, bien lograda. Y es una película que Scorsese hizo por gusto, porque cree en algo. Hizo una película como homenaje a las películas. Y quiero pensar que, tal como interpreto la canción de Smashing Pumpkins, hizo una película para invitarnos a soñar. Para invitarnos a vivir. Para recordarnos que hay que creer. Simplemente creer. En el mundo. En la magia. En nosotros.

Lau dixit.

jueves, 2 de febrero de 2012

Incompetencias

Me declaro incompetente para las relaciones humanas.

No soy buena para hacer amistades. No soy buena para convivir con las amistades. No soy buena para divertirme con las amistades. No soy buena para entretener a las amistades. Me cohíbe estar en una reunión de más de dos personas. Me bloqueo mentalmente. Y pongo cara de imbécil, aunque muchos piensan que es de enojada.

De niña mis tías me decían que no hablara y las obedecí. También me dijeron que fuera seria y las obedecí. Y, por supuesto, me dijeron que los sentimientos no se muestran, y las obedecí. Tontamente, hice todo lo que me dijeron, y ahora veo los resultados. Soy incapaz de socializar. Más triste aún, me acostumbré a hacer todo en solitario. Y todavía más triste que eso, el problema se ha agudizado justo ahora que todas las enfermedades se manifestaron en mí.

A veces quisiera irme a Noruega o uno de esos hermosos países escandinavos cuyo alfabeto tiene una o con rayita (ø), donde nadie me conoce y donde podría hablar y hablar sin que entiendan qué carajos es lo que digo y podría pasar desapercibida y podría inventar los diálogos de los programas televisivos y podría jugar a que voy de incógnito por la vida. Realmente podría hacer muchas cosas...

Por lo pronto, lidiaré con mi incompetencia. No soy una mala persona, sólo no sé qué hacer cuando me enfrento a los exteriores. Me he acostumbrado tanto a estar conmigo, que convivir con otros me sale mal. Aunque se puede practicar, supongo. Tal vez sea como preparar arroz, porque se quema varias veces antes de que salga bien. Quiero pensar que estoy ensayando y que, algún día, el resultado ya no será tan burdo. Quiero pensar que aprenderé a hacerlo. Que aprenderé a ser yo ante el mundo.


Vacaciones en el más allá - Pedro Piedra

Lau dixit.