domingo, 10 de marzo de 2013

Pasión



Hay tantas cosas por la cuales sentir pasión. Casi siempre la canalizamos hacia lo material, hacia lo perecedero. No me libro de ello. En algún momento a mí me importaba estar a la última moda, usar el mejor corte de pelo, tener los mejores accesorios, comprar y seguir comprando, sin importar que me quedara con escaso dinero para subsistir el resto del mes. Consagraba mi vida al consumismo. A las compras. A las cosas que no aportaban nada a mi vida.

Un día descubrí que el deseo es sufrimiento. Lo comprobé en carne propia. Me dolió darme cuenta de que ocupaba mi tiempo en asuntos fútiles. Me afectó sobremanera el hecho de saber que llenarme de objetos no me hacía mejor ni peor persona, y que, al contrario, eran mis actos y mis decisiones los que marcaban el rumbo de mi vida.

No digo que comprarse cosas esté mal. Yo no tengo la autoridad para determinar lo que es bueno o lo que es malo. Creo que nadie lo sabe realmente. Lo que sí me parece triste es dedicar toda la vida a complacer deseos. A subsanar carencias con bienes que añoramos y que, una vez que poseemos, dejan de importarnos. Un deseo nos hace sufrir, lo cumplimos y la fuente de sufrimiento incuba en alguna otra cosa. Creemos que eso que se siente muy dentro de nuestro ser es pasión. Desafortunadamente, sólo es obsesión, sólo es fanatismo.

En algún diálogo de película dijeron que cuando una persona moría, en lugar de elaborar un epitafio, los griegos hacían una pregunta: "¿Tenía pasión?". No se trata de dejar de comprar, de dejar de sentir emoción o de volverse impasible. Tampoco se trata de convertir la pasión en ira o de creerse imprescindible. Creo que la pasión es hacer nuevo todo lo que nos rodea. Es saber que no somos indispensables, y aun así, hacer todas las cosas como si lo fuéramos. La pasión, para mí, es una llama interna que se debe alimentar a perpetuidad. Es sentir amor y transmitirlo a nuestra persona, a nuestros pensamientos, a nuestras palabras, a nuestros actos y al mundo en general.

En otra película se planteó una pregunta: "¿Qué es mejor: satisfacer mil deseos o conquistar sólo uno?". No se trata de rechazar todas las cosas materiales, porque nos guste o no, dependemos de algunas de ellas para subsistir. Más bien se trata de aprender a controlar el ego y a encauzar la pasión hacia fines más nobles y auténticos. Se trata de empezar a sentir pasión por los pequeños detalles, hasta que éstos, al igual que una bola de nieve, se vuelvan gigantescos.

La pasión arde y nosotros ardemos con ella. Sólo es cuestión de abrir los ojos y descubrir la llama.



Side - Travis


Lau dixit.