miércoles, 18 de mayo de 2011

Heaven Knows I'm Miserable Now

A veces me pongo a pensar en lo que sucedería si hiciera todo diferente a como lo hago ahora. Si no dejo pasar a toda esa gente que me empuja en el Metrobús y que no dice "Con permiso". Si le gano el taxi a la señora que siempre se me adelanta. Si no le doy el asiento a la adolescente que trae un bebé en brazos. Si no deposito unas monedas en el potecito de la ancianita que pide limosna. Si me robo las ideas de otros y digo que a mí se me ocurrieron. Si no le sonrío a nadie. Si no le doy nada a nadie. Si no me importa nadie.

Pensar en potencialidades. En posibles escenarios. Después, darse cuenta de que no sirve de nada. Finalmente, se trata del "hubiera" tan temido. Uno hace todo de cierta manera porque tiene una razón. O cree tenerla. En ocasiones pienso las cosas como si se tratara de un guión que puedo corregir. Pero recuerdo que ya está escrito y actuado. Y no hay modo de regresar. Las escenas que se me ocurren me hacen sonreír. Lo que he vivido me hace pensar. Me hace querer ser una mejor yo.



Heaven Knows I'm Miserable Now - The Smiths (La letra se puede ver aquí.)

A veces obtenemos lo que queremos y aun así nos sentimos miserables. A veces no obtenemos lo que queremos y somos más felices. El encanto de la imperfección. Qué más da si a nadie le importa si me muero. Qué más da si la gigantona acromegálica pasa por encima de mí en el Metrobús y no dice nada. Qué más da si la gordinflona me gana el taxi. Qué más da si le cedo el asiento a la madre adolescente porque ningún patán se pone de pie. Qué más da si las monedas hacen o no hacen ruido al caer dentro del potecito de la ancianita. Qué más da que se roben mis ideas. Qué más da que no me devuelvan una sonrisa. Qué más da si quiero ser generosa. Qué más da si no le importo a nadie.

Soy imperfecta y me la paso muy bien. Si serlo significa ser miserable, entonces lo soy. Lo seré siempre. Y todo el mundo lo sabe. Incluso el cielo.


Lau dixit.

Amazing

I'm a monster, I'm a maven, I know this world is changing...

Kanye West





Para Dave.


Ser uno mismo. Apegarse a lo que se cree. Apegarse a quien se es. Ser congruente. Qué cosa más odiosa es la congruencia. Pero necesaria. Es desgastante andar por la vida con mil rostros. O con mil personalidades. Y es duro, por otra parte, mostrarse sin máscaras. Pero ser congruentes es lo que, al final, tiene la recompensa más dulce.

En la vida coincidimos con miles de personas. Todo es un ir y venir. Hay gente que se va. Y hay gente que se queda. Hay gente que nos desagrada. Y hay gente cuya existencia nos alegra sobremanera. Lo que no encontramos en un lugar, sin duda está en otro. Es cuestión de buscarlo. O, quizá, de que llegue cuando menos se espera.


Al igual que todos, también me he encontrado con muchísimas personas en el camino. He sido muy afortunada de que algunas cuantas hayan sobresalido en mi existencia. Y son precisamente esas personas que no portan máscaras, las que han dejado una huella profunda en mí. Me han enseñado de todo, en especial, a vivir. A vivir en toda la extensión de la palabra.


Dice un cuento zen que a todos los hombres que uno conozca hay que verlos como hombres santos. Y así lo hago. Sin embargo, existen unos pocos cuya santidad me parece infinita. Y me parece curioso que, a pesar de que es gigantesca, simplemente no pueden verla. Creo que eso es lo mejor que les puede suceder. Cuando alguien se hace consciente de su grandeza, pierde la humildad. Y cuando se pierde la humildad, se pierde casi todo.


El hombre en quien pienso al escribir estas palabras también es santo. Y lo desconoce. O quizá, en el fondo de su corazón, lo sabe, pero en esa lucha entre la soberbia y la humildad, gana la segunda. Tiene un espíritu tan noble que termina por ocultar sus virtudes, por negar toda su grandeza, aunque es como el título de este post. Extraordinario.




Amazing - Kanye West (La letra se puede ver aquí.)




Decía Francisco de Asís que nada está más cerca de nosotros que el cielo. Que a pesar de que la tierra está bajo nuestros pies y caminamos sobre ella, el cielo está entre nosotros. Me gusta la posibilidad de que él haya pensado en los hombres santos, en la divinidad que yace en cada ser humano. No creo que exista alguien que no merezca ser santo. Francisco decía, también, que cuanto más bajo sea tu punto de partida, más alta será tu elevación. Cualquier persona puede aspirar a lo más sublime, sólo tiene que aferrarse a lo divino, a lo que se esconde en las profundidades del espíritu.



Quizá la iluminación, el nirvana, la santidad o cualquier grado superior de elevación no implican desprenderse del todo de la condición humana. Quizá, la condición humana es el camino más recto hacia dichos grados, porque se necesita entenderla primero para poder dejarla atrás y que en su lugar se manifieste el cielo, ese cielo que siempre estará entre nosotros, muy dentro de nosotros...


Lau dixit.