miércoles, 22 de abril de 2009

Parejas

Es curioso cómo uno no repara en ciertas cosas hasta que carece de ellas o se ve en la necesidad de buscar otras que reemplacen las que se tenían.

Hace algunos meses mi pareja decidió que terminara nuestra relación, la cual duró muchos años. Por alguna razón, todo mi duelo pasó entre sonrisas fingidas y llanto reprimido, liberado apenas en la soledad de mi recámara, frente a la computadora o en el baño. Y digo por alguna razón porque el grueso de la población, especialmente las mujeres, lloran a moco tendido y con todo el ruido posible, quizá porque de esa manera alguien se condolerá y, al menos por un momento, se sentirán consoladas. Bueno, eso es lo que pienso yo.

En fin, no pretendo hablar de llanto y sufrimiento porque fue algo muy difícil de superar y no quiero acordarme de nada de eso, pues está en el pasado y ahí es donde debe quedarse. De lo que quiero hablar es de lo difícil que es encontrar pareja, de definir lo que buscas en una persona y de saber qué es lo que te hace feliz, así que, a lo que me truje.

Vayamos primero al tema de la búsqueda de pareja.

La lógica siempre le dicta a uno que busque lo que quiere en su entorno inmediato, lo cual, en mi caso, sería la oficina o mi círculo de amigos. Ninguna de las dos opciones es viable porque siempre he pensado que al mezclar trabajo con sentimientos o placer todo se va a la chingada. Habrá personas que lo puedan hacer, pero siendo realistas, podemos darnos cuenta de que pertenecen a una minoría, y cuando digo minoría me refiero a 0.00000000000000000001 de la población mundial. Con respecto a los amigos, la cosa es más complicada, porque a pesar de que el sexo y el amor son cosas tan naturales, siempre nos friquean y echan a perder una buena amistad, ¡claro!, porque ya se estableció que así tiene que ser y la cagamos siempre en ese aspecto.

También existe la opción de internet, la cual, en nuestros días, es de lo más común puesto que nuestro trato con la mayor parte de la gente que conocemos se da por la red, sin embargo, no es tan fácil como parece, ya que es muy difícil saber lo que la otra persona busca o siente, por mucho que uno sea bueno con las palabras. Este asunto me lleva a lo que sigue: definir lo que buscas en una persona.

A veces pareciera que cada quien tiene una fórmula para el hombre o la mujer perfecta, según sea el caso, y si parece que exagero, métanse un día a cualquiera de estas páginas para buscar pareja y vean lo que escriben las personas en sus perfiles:

Mujer

Busco un hombre que sea:

Guapo

Inteligente

Estable económicamente

Alto

Atlético

Expresivo

Divertido

Tierno

Cariñoso

Decidido

¿Ya dije guapo?



Hombre


Busco una mujer que sea:

Guapa

Rubia

Chichona

Nalgona

Supermodelo

Cariñosa

Dócil

Divertida

Abierta (¿de piernas o de qué?)

Chichona

Supermodelo

Nalgona

Guapa

¿Inteligente?


Me cae que hasta parece una receta de cocina, y lo peor viene cuando se tienen que enfrentar a la realidad, porque esa gente no está al alcance de todos y si lo está, se requiere de una transacción monetaria que garantice la compañía de dichos ejemplares, porque el placer depende de cada cliente, o persona, como le quieran llamar. Lo triste del caso es que con esos parámetros, pues yo ya me chingué, dado que no cumplo con ninguna de esas exigencias (bueno, bueno, a lo mejor con lo de inteligente, pero la neta a los hombres no les gustan las mujeres inteligentes). De esta manera, se anulan mis campos de búsqueda.

Por último queda saber lo que te hace feliz (tema por demás escabroso).

Hay muchas cosas que nos hacen felices. Desde la cosa más insignificante hasta la más sublime. El meollo del asunto es que muchas de esas cosas sólo sirven para llenar vacíos, para darnos una sensación de satisfacción pasajera, para sentir que no estamos solos del todo. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a la realidad, vemos que todo eso a lo que nos aferramos no tiene tanta importancia porque muy en el fondo no nos gusta o no le tenemos tanto aprecio, pero es preferible a no tener nada.

Muchos podrán decirme que es fácil hablar de lo que no sé, y efectivamente, no sé nada y mucho menos tengo todas las respuestas, pero mi experiencia me ha enseñado una cosa muy importante: hay que darse cuenta de que la estamos cagando para dejar de cagarla. Es muy respetable que alguien quiera a una mujer chichona y buenísima, pero en cualquier momento se le pueden desinflar las chichis y su belleza no durará para siempre. Asimismo, respeto el hecho de que alguien busque un hombre guapísimo y rico, pero algún día se hará viejo o en cualquier momento puede perder todo su dinero, y todo se reduce a nada.

Una persona no es su físico, ni sus bienes materiales, ni sus posesiones. Una persona es eso: una persona, con defectos, virtudes, aciertos, desaciertos, pero sobre todo con un espíritu, una escencia única e irrepetible. ¿Por qué no le damos valor a eso en lugar de conformarnos con cosas llamativas o atrayentes que tarde o temprano se van?, ¿por qué no quedarnos con lo bueno de cada persona, en lugar de estar buscándole detalles que nos desagraden? Así como hay que darse cuenta de que la estamos cagando, tenemos que decidirnos a dejar de cagarla.

Con lo anterior no digo que hay que ser como un hippie y dar amor a diestra y siniestra, simplemente digo que hay que dejar de lado nuestros prejuicios, pues la mayoría de las veces nos ciegan e impiden que veamos todo lo que se nos presenta, que precisamente puede ser lo que andábamos buscando.

Esta entrada puede resultar un poco cursi, pero bueno, no todo lo que escriben estas manos es chiste o broma, también me doy un tiempo para escribir otro tipo de cosas. No soy motivadora ni maestra, ni nada por el estilo. He descubierto lo fácil y llevadera que puede ser la vida si uno así lo elige, pues la vida es eso, elegir y decidir. Todo lo que nos pasa es consecuencia de nuestras elecciones y decisiones.

Ya lo he compartido, ya es hora de partir.

Lau dixit.

2 comentarios:

[DrAk'S] dijo...

palabras llenas de sabiduria, todo un tratado a las malas practicas aplicadas solo por la nececidad de saciar la egosentria del ser. Saludos.

Oswald dijo...

"Vivimos en un mundo donde ya nadie escucha...

Cómo no podría estar encantado de esta vida, privada de atractivos, de ingenuidad y de espontaneidad.

Cómo no preferiría estar aquí en las sombras.

Si allá afuera hay un mar de sorderas que nos está llevando a ser irremediablemente desgraciados"

Moebius | 1996 | Argentina