lunes, 12 de julio de 2010

Nunca ganaremos el mundial

Aunque pasemos de los treinta y las derrotas sean eternas...

LHR



Seguramente muchas personas recordaron la canción que le da título a este post y se hicieron la misma pregunta que yo cuando vieron que la selección española comenzaba a destacar en este mundial: ¿qué va a pasar si, efectivamente, se llevan la copa a casa?, ¿le cambiarán el título a la canción?, ¿el grupo dejará de tocarla? No sabemos qué vaya a suceder, y aunque la canción ya no aplica para los españoles, sí podría ser un himno para otras selecciones que ven muy lejana la posibilidad de levantar el codiciado trofeo dorado.

En el trabajo se organizó una quiniela y si bien al principio no tenía muchos ánimos de participar, al final me di cuenta de que sólo se trataba de jugar y que, como en todo juego, la finalidad era divertirme sin importar si ganaba o no, así que eché los dados e hice mis predicciones aun sin saber nada de futbol. Elaboré dos quinielas, en una ganaba España y en la otra ganaba Holanda, ambos finalistas en este mundial; en la que puse a la Roja como campeón me fue mal, y en la que puse a la Naranja Mecánica como campeón la cosa fue diferente: contrario a lo que esperaba, hice un pronóstico muy acertado y estuve cerca de ganar, pero el gol de los españoles anuló toda posibilidad de llevarme el premio.

Nunca he sido muy fan del futbol porque no lo entiendo del todo, y aunque sé que después del mundial continuaré siguiendo fervorosamente al ManU y nada más, creo que ahora comprendo por qué las personas se apasionan tanto con él y lo llaman "el deporte más hermoso del mundo". Todavía no sé bien a bien qué es un fuera de lugar, o por qué se marca una falta cuando un jugador mamón se tira al piso y chilla como si de verdad le hubieran pegado, pero sí sé que en este mundial me emocioné como nunca y estuve a punto de sufrir varios infartos cuando mis selecciones predilectas jugaban un partido, y me reí cuando ellos rieron y lloré cuando ellos lloraron, y me volví una zombie del futbol como sucede en esos comerciales tan cómicos del desodorante para hombres. Todo este mes lo único que tuve en mente fue el deporte como tal, y si me enojaba por no acertar en los pronósticos de mi quiniela, no era porque me alejaba de la oportunidad de llevarme la bolsa tan jugosa o porque había invertido dinero, más bien mi molestia era por ver a mis equipos derrotados, porque los sentía tan míos que lo que les pasaba me afectaba como si fueran de mi propio país. En este mundial me quedó clara toda la belleza y la poesía que cada jugador crea con sus pies, con sus piernas, y que se materializa cuando el balón cruza la portería y la afición se une en un grito de alegría y celebración al que llamamos gol.

A continuación, el video (o intento de) y la letra de la canción:



La Habitación Roja - Nunca ganaremos el mundial


Volverán los días de ingenio,
el mundial que nunca ganaremos,
la fuerza y las noches de miedo,
los clásicos serán siempre modernos.

Eres lo único que me queda,
la resistencia clandestina
defendiendo causas perdidas,
romanticismos suicidas.

Indispensable en tu equipaje,
iré contigo a todas partes
como tu canción favorita,
siameses inseparables.

Te abrazaré hasta el fin de los tiempos,
seré tu piel, tus mejores momentos.
Un clásico antiguo como un beso
y haré por ti todas las cosas
que nunca hice por mí, sí.

Aunque las calles se derritan,
aunque las flores se marchiten,
aunque pasemos de los treinta
y las derrotas sean eternas.

Te abrazaré hasta el fin de los tiempos,
seré tu piel, tus mejores momentos.
Un clásico antiguo como un beso
y haré por ti todas las cosas
que nunca hice por mí, sí.

Volverán los días de ingenio,
el mundial que nunca ganaremos...
Te abrazaré hasta el fin de los tiempos,
seré tu piel, tus mejores momentos.
Un clásico antiguo como un beso
y haré por ti todas las cosas
que nunca hice por mí, sí,
que nunca hice por mí.


Como dice la letra de la canción, la afición al futbol permanecerá por siempre, pase lo que pase. No importa si México no llega al quinto partido, la selección siempre será querida y apoyada (excepto el Bofo y Guille Franco, y tal vez Paul Aguilar); no importa si los favoritos pierden, pues siempre habrá más mundiales para que renazcan de sus cenizas; no importa si hay un lesionado, porque siempre habrá un compañero que lo ayude a levantarse, o lo releve para llevar al equipo a la gloria; no importa si un gol está fuera de lugar, porque habrá muchos otros que sí valgan; no importa si llueve, porque el agua es una manifestación de Dios y sólo hace a los jugadores más fuertes; no importa si hace frío, pues un corazón lleno de vigor y de pasión puede sostener a cualquiera; no importa nada, en verdad no importa nada más que estar en ese campo dándolo todo, peleando como los héroes para apropiarse de la victoria.

De este mundial me quedo con muchas cosas, algunas buenas, otras no tan buenas, unas tristes, otras felices, otras tantas chuscas, y varias que no entran en ninguna clasificación. Entre mis recuerdos de esta copa del mundo se quedarán la jorobita de Cuahtémoc; la primera vez que vi al Chicharito mentar madres; la cara de delincuente de Wayne Rooney; la frustración de Robert Green por haber cometido un error gravísimo; la amplias y brillosas entradas de Landon Donovan; el jugador de los Estados Unidos que se parece al Doctor House; la belleza de los serbios; la primera vez que vi la expulsión de un portero; la diademita noventera de Forlán; la guapura de Higuaín; la pasguatez de los franceses; enterarme de que Messi es fan de Oasis; los berrinches de Maradona; los emocionantes últimos goles de los italianos; el trabalenguas que es el apellido Camoranesi (¿sí se escribe así?); los chistes a costa de Elano y Kaká; que Et'o pasara sin pena ni gloria; que nunca viéramos a Drogba y hasta nos preguntáramos si alguna vez jugó; descubrir que el hombre más mamado del mundo estaba en las filas de la selección de Camerún; la majestuosidad de Klose; la cara de sapito de Özil; las chichis de Larissa Riquelme; la escupitina del bobo de Cristiano Ronaldo; los pronósticos del pulpo Paul; los besuqueos de Iker Casillas con su novia; la calvicie y el cuerpo de perro parado de Iniesta; los hermosísimos ojos azules de un jugador español que no sé cómo se llama; la famosa toalla de Puyol; cuando Bert van Marwijk se quitó la medalla con desdén; la influencia de Johan Cruyff; el momento en el que el balón rebotó en la cabeza de un jugador holandés; las lágrimas de Wesley Sneijder...

Aunque no gané la quiniela me siento bien y me quedo con la satisfacción de que supe jugar y que también supe perder. Ahora comprendo el vacío que muchos sienten cuando la fiesta futbolera llega a su fin y, al igual que ellos, experimento una sensación parecida a cuando se acaba la Navidad o cuando me encuentro en los últimos minutos de mi cumpleaños, porque pasará mucho tiempo antes de que vuelva a experimentar la misma alegría, aunque, por otra parte, sé que siempre habrá futbolistas, habrá partidos y habrá goles que festejar en lo que aguardamos ese gran momento, esa gran celebración, ese gran amor, esa maravilla a la que llamamos mundial de futbol...

Lau dixit.

No hay comentarios: