lunes, 4 de enero de 2010

Año Nuevo


Thruth is ever to be found in simplicity, and not in the multiplicity and confusion of things.


Isaac Newton

Desde hace días quería escribir esta entrada, pero entre tantas cosas que tuve que hacer y tantos pensamientos en mi cabeza, pude hacerlo hasta hoy, el cuarto día del año. Para mí es un regocijo escribir el día en que nació Sir Isaac Newton, porque es un personaje al que admiro y respeto mucho.

Un nuevo año es una promesa, es una esperanza de que las cosas mejoren y de que la vida sea más llevadera, y en aras de que eso suceda, las personas realizan rituales y se proponen metas y objetivos. Para mí eso está muy bien, porque la gente está motivada y de esa motivación resultan cosas buenas, sin embargo, la mayoría de las veces se proponen cosas que nunca se hacen o nunca se logran, y eso es de lo más triste. Lo anterior me lleva a preguntarme: ¿qué es lo que sucede?, ¿por qué cuesta tanto cumplir lo que uno se propone?

Creo que la respuesta se encuentra en la cita que abre este post: no sabemos ser simples.

La simplicidad, la mayoría de las veces, se ha interpretado como algo malo, que se debe rechazar y de lo cual hay que huir a toda costa, pues según muchas personas, no hay nada peor que ser simple. Respeto lo que los demás piensen, pero también doy mi punto de vista: ése es un error muy grande. La base de todas las cosas en la vida es la simplicidad, tan es así, que el principio de la "navaja de Ockham" (la respuesta más simple casi siempre es la correcta) se basa en ella y, a mi parecer, es algo muy acertado.

Así como Julianne Potter en La boda de mi mejor amigo sólo sabía expresar las cosas con comida, yo las sé expresar con libros. Para ejemplificar a qué me refiero con aquello de la simpleza, puedo mencionar la elaboración de un libro, del cual se espera que quede muy bien y sea un éxito de ventas. El libro se empieza a planear, pero en esa planeación se pierde mucho tiempo porque nadie se pone de acuerdo en cuánta información tiene que incluir, la cantidad de imágenes, el diseño, el número de páginas, las secciones y apartados y otros detalles técnicos a considerar. Cuando por fin se define lo anterior, ya se tienen los meses encima, pues la fecha en la que la obra tiene que estar en almacén, lista para su lanzamiento, es muy cercana. Cunde el pánico entre los miembros del equipo que tiene a su cargo la creación del libro, y cada proceso se hace a las carreras; en el ínter surgen detalles que van atrasando el trabajo y que terminan por desquiciar a las personas involucradas. Durante el proceso se toman decisiones que afectan el contenido y presentación del material, crece el número de páginas y aumenta la cantidad de material gráfico; la portada, por otra parte, ya va en su intento dosmillonesquinientosmil, y los pliegos son más y más cada vez, y ni hablar del presupuesto, que se ha rebasado más allá de las expectativas. Al final, queda un libro muy extenso (un ladrillo, como vulgarmente se les conoce a los libros gruesos), saturado de imágenes y lleno de información a la que comúnmente se le llama "paja" (sin albur). El libro puede venderse, quizá no todos los ejemplares que se esperaban, sin embargo, para la gente que lo consulte resultará difícil encontrar lo que busca, por más que se haya incluido un índice de contenido, analítico, onomástico, etcétera, etcétera. Aunado a lo anterior, la obra presenta una alarmante cantidad de errores, gazapos, dedazos, saltos y demás pesadillas editoriales, e incluso una imagen cuyo pie dice "Perro labrador" presenta a un lindo gato.


La situación anterior obviamente es exagerada (salvo por lo de las prisas, pues en el medio editorial todo es para ayer), pero sirve para darme a entender. Las cosas deben planearse, pero no demasiado, y se deben hacer poco a poco, con paciencia y sin esmerarse por que sean churriguerescas, pues el resultado quizá no sea el que se espera y, al contrario, termine siendo una decepción.


Otro ejemplo lo podría poner el señor Gordon Ramsay. En el canal de la BBC pasan un programa llamado The f word, en el cual Ramsay interviene (por así decirlo) para que un restaurante alcance fama y gloria. El célebre chef insiste en la preparación de platillos sencillos, sin tantos componentes que les hagan perder su esencia, y tiene que luchar contra el ego y la necedad de los cocineros de cada restaurante al que va a cumplir su misión, y aunque en la alta cocina se cree que entre más, mejor, Gordon demuestra que no siempre es así, y que, al contrario, con pocos ingredientes se puede satisfacer hasta al más exigente paladar. Según Ramsay, no se deben combinar más de cinco sabores (no recuerdo bien la cantidad, pero creo que era una similar) para que éstos no le quiten protagonismo al ingrediente principal (sería muy raro pedir una soupe a l'oignon que sepa a ajo, a queso, a mantequilla y a todo, menos a cebolla).


En la ciencia también hay varios ejemplos de cómo a partir de un hecho simple se puede llegar a una hipótesis que lleve a una teoría y que ésta, a su vez, lleve a formular una ley. Arquímedes, al meterse en una tina, vio que su cuerpo sumergido en el agua desplazaba una cantidad de líquido, y esa observación dio lugar al descubrimiento de la fuerza de empuje hidrostático. Isaac Newton estaba en su jardín cuando vio que una manzana cayó de un árbol, lo que le llevó a preguntarse por qué ésta cayó perpendicularmente, y no hacia los lados o hacia arriba, con lo cual dedujo que una fuerza la atraía hacia el centro de la Tierra; aplicó estas observaciones a sus teorías y experimentos y presentó la Ley de gravitación universal, donde establece la atracción gravitatoria que ejerce un cuerpo con masa sobre otro, y viceversa. Darwin, por otra parte, con base en lo que estudió durante años, pudo establecer la teoría de la selección natural, que describe que en la naturaleza, los seres mejor adaptados desplazan a los menos adaptados en un proceso de acumulación de cambios genéticos favorables a lo largo de las generaciones. Darse un baño, descansar en un jardín, estudiar con paciencia, son sólo algunas de las cosas simples y cotidianas que nos pueden llevar a grandes descubrimientos, pero no son sólo estas acciones las que los propician, también existe otro hecho fundamental para lograrlo: la observación.


Observar nos guía hacia grandes cosas y nos ayuda a comprender mejor todo lo que sucede en la vida. Creo que si pusiéramos en práctica más seguido la observación, nuestra vida sería más llevadera, pues sólo observando es como podemos descubrirnos y apreciar las cosas tal y como son, y saber que lo más sublime está en cada uno de nosotros. Dice un cuento zen que a todos los que uno conozca en esta vida, aunque parezcan insulsos o insignificantes, hay que verlos como santos y sabios, y que haciéndolo todos los problemas estarán resueltos. Observando se puede lograr, pues al hacerlo descubriremos que en cada persona hay una semilla de santidad y de sabiduría, y que hay que ver en el interior de la gente para encontrarla.


Al observar, poco a poco descubriremos que la simpleza de las cosas es en realidad su chispa divina, y que no hacen falta los adornos ni la petulancia para encontrarla. San Francisco de Asís observaba, y eso lo llevó a amar todo lo que le rodeaba, incluso a las personas que lo despreciaban o que lo maltrataban, pues él siempre decía que no hay castigo más duro que recibir bien por mal. Francisco veía a Dios en todas las cosas, y por ello la divinidad lo seguía a todas partes, hasta que al final lo guió hacia la iluminación.


Todo lo dicho en este post es una utopía que espero que se haga realidad. Sé que es algo que quizás no llegue a ver nunca, pero no por ello dejaré de hacerlo con mi persona, pues bien decía San Francisco que, para empezar, hay que consagrarse a lograr las cosas grandes, y cuando estén hechas, emprender las imposibles. Los propósitos son promesas que deben cumplirse, y para hacerlo hay que planearlas, empezar por algo que nos dé el empuje y la fuerza para continuar y llegar a la meta y, por qué no, mucho más lejos de lo que esperamos.


Para este año se vaticinaron cosas difíciles y terribles, hay tristeza y desesperanza, pero también hay simpleza, hay observación y chispas divinas que están en todas partes, esperando a que alguien se anime a despertarlas.


Feliz Año Nuevo a todos los que lean y no lean este blog. Feliz cumpleaños a Sir Isaac Newton, donde quiera que esté. Bendiciones para Gordon Ramsay. Luz para Arquímedes y Darwin. Eternidad para Francisco. Felicidad, conciencia, amor, paz e iluminación para todos los seres de este hermoso mundo.


Lau dixit.

1 comentario:

Ursus dijo...

Hola Lau, otra vez ando de chismoso por aquí, son pocas las veces que te visito por estos lares, pero cada que me doy una vuelta me regalas momentos muy gratos. Me gusto mucho esta entrada y creo que coincido contigo. De un tiempo acá estoy convencido de que son las pequeñas cosas las que hacen que la vida valga la pena y de que la suma de esas pequeñas cosas nos llevan a otras más grandes. Sin embargo, también me he topado una y otra vez con el mismo problema: Qué difícil es romper las malditas inercias. Al leer esta entrada sentí un gran alivio y ganas de seguir en el camino de la simplcidad. Gracias por escribir Lau.