sábado, 5 de marzo de 2011

The King's Speech

Because I have a right to be heard. I have a voice!

King George VI


Me gustan las películas. Hay unas que me gustan por partes y otras que me gustan completas. Hay películas que asocio con momentos de mi vida, con algún sentimiento, con algún pensamiento o con mi existencia en toda la extensión de la palabra.

Hoy vi The King's Speech y me gustó. Me gustó toda y me gustó por partes. Como sucede con las películas que ganan muchos premios, me quedó claro por qué los ganó. Pero también me quedaron claras otras cosas. Me identifiqué con algunos diálogos, con algunas escenas. A pesar de que el personaje principal es masculino, me identifiqué también con él.

No es la gran película, pero la disfruté. La viví. Y, muy discretamente, la lloré.

La escena cumbre del filme, en la que el rey Jorge VI da un discurso para informar a la población británica que Inglaterra está en guerra con Alemania, fue la más emotiva para mí. Me recordó a todos los que no han creído en mí. Me recordó, incluso, las ocasiones en las que yo tampoco he creído en mí.

A veces, los seres humanos nos autosaboteamos. Pensamos que no podemos con algo. Que no nos merecemos nada. Nos sentimos poquita cosa. En ciertos casos, todo lo anterior es ejecutado por alguien más. Sin embargo, somos nosotros mismos los que casi siempre perpetramos ese acto suicida, esa castigo hacia nuestra persona. No es sino hasta que decidimos aislarnos de lo anterior que lo dejamos atrás. Son sentimientos que deben morir para que nazcan otros nuevos. Sentimientos radicalmente distintos de los que existían.

En la película, el rey lo hace. Se aísla. Se aleja de todos los que piensan que es un perfecto imbécil. Conserva a su lado a quienes tienen fe en él. A los que creen en él. A los que saben lo que puede llegar a ser. Se sacude los traumas de antaño. Elimina su inseguridad. Comienza a ser él mismo.

No pude llorar como habría querido. Pero lloro ahora. Lloro al escribir estos párrafos. Es un llanto purificador. Un llanto que se lleva todo. Lloro por lo que soy ahora. Por lo que empecé a forjar hace un tiempo. He dejado de ser lo que me molestaba. Empecé a ser lo que me gusta. Me aislé como el rey Jorge. Dejé atrás lo que no me ayudaba, lo que no me servía. Y conservé lo que me ayuda, lo que me sirve, aquello con lo que vale la pena quedarse.



Beethoven - Séptima sinfonía, segundo movimiento

Verse en un espejo no es sencillo, pero una vez que se han abierto los ojos, la imagen es menos aterradora. Ya había hecho descubrimientos, sin embargo, la película me ayudó a clarificarlos, a saberlos más reales, más tangibles, más míos. Me gusta llorar. Me han dicho llorona y no me molesta, porque lo soy. Y me gusta llorar, sobre todo, de felicidad. De gozo perfecto. Amo el llanto purificador. Amo ser purificada. Me amo a mí. Eso me gusta.

Lau dixit.

1 comentario:

Raùl S. G. dijo...

Excelente entrada. Me senti muy identificado con todo lo que dijiste, especialmnte porque a mi tambien me han dicho que soy un lloron pero las lagrimas son para sanar. No hay que guardarlas.

No pensaba ver "The King´s Speech" pero creo que ahora lo hare, ya confirme que si vale la pena.

Saludos y sigue con el blog! :D