sábado, 3 de enero de 2009

Tengan cuidado con las rampas para discapacitados

El día de hoy eran las seis de la tarde y yo seguía pendejeando en casa mientras tenía la apremiante obligación de ir al centro de atención a clientes de cierta compañía de telefonía celular para cubrir el pago de mis servicios.

En chinga loca me vestí y medio me pasé el peine para salir de casa, y así, en chinga loca, me subí al trole, me bajé, crucé el puente peatonal y pasé a la otra acera pero... ¡oh, sorpresa! no contaba con los regalitos que había en ese banqueta, esperando por mí.

Ya eran diez para las siete (se supone que el dichoso centro de atención cierra a las siete) y pues yo no sabía ni lo que hacía, así que mi zapato se topó con una de las veinte rampas para discapacitados que hay en esa acera, se me salió y mi hermoso cuerpo voló por los aires. Yo sólo pude pensar que ya me había cargado el payaso y que esa banqueta seguramente fue patrocinada por el Teletón.

Para colmo de males traía puesta una chamarra que me compré y me gusta mucho, y que pretendo que luzca mejor en mí después de perder algunos kilos (jeje, los propósitos salen a relucir), así como unos jeans oscurotes, de los que me encantan y que no se me ven tan pior. Lo más curioso del asunto es que en ningún momento solté mi enorme bolso de boliche, lo traje conmigo todo el tiempo, desde que se me salió el zapato hasta que aterricé en el suelo.

Quién sabe cómo se vio el madrazo que me acomodé, porque unos chavitos venían caminando y se apresuraron a ayudarme, pero pues yo estaba tan apenada que me paré sin el auxilio de los gallardos jovencitos, sólo les di las gracias como tres veces y me fui como pedo al centro de atención. En eso escuché dos carcajadas que escaparon de un grupo de chicos que venía detrás de los jóvenes que quisieron brindarme ayuda, pero pues ya ni me preocupé, porque algún día a ellos les tocará caerse en la calle y se sentirán igual que yo.

En resumidas cuentas, mi caída se vio más o menos así:



Obviamente no hubo nadie que se lanzara y el golpe que me di fue mucho más fuerte, pero creo que esta es la idea.

Lo que me agradó de este hecho es que los hombres, al verte vulnerable, se acercan a ti porque les conmueve que necesites ayuda, por lo cual puedo deducir algo: tengo que romperme el hocico más seguido para que se me acerquen ejemplares del sexo masculino.

Lau dixit.

1 comentario:

Oswald dijo...

De hecho tengo varias conocidas que usan la "técnica" de estar desprotegidas para que el macho más cercano las apapache. Aún cuando no lo usen con afán de joder al romeo en turno sino que ya es un comportamiento que se trae en los genes. Algo así como los hombres beben leche directo del cartón, jajaja.