sábado, 30 de abril de 2011

Heroes


We can be us, just for one day...

David Bowie/Brian Eno


Nunca he sido lectora asidua de cómics pero, al igual que mucha gente, conozco detalles de la vida de los superhéroes y voy a ver las películas en las que salvan al mundo de las peores calamidades o los villanos acérrimos. El otro día fui a ver Thor. Realmente no esperaba mucho. Pensaba que sería tan insufrible como algunos filmes de héroes de historieta. Me equivoqué. Y me quedé boquiabierta.

No haré ningún spoiler ni una crítica concienzuda. Creo que ni siquiera hablaré de la película. Al menos no como se hace en las reseñas cinematográficas. Más bien, me enfocaré en lo que rodea al hecho de ser un héroe.

Desafortunadamente, no sé mucho acerca de Thor, el dios nórdico del trueno. Lo reconozco con vergüenza. Sé, acaso, lo que me enseñaron en la prepa, ¡ah!, porque incluso en ese nivel educativo me obligaban a memorizar cosas, y tenía que conocer de pe a pa toda la genealogía de los protagonistas de los mitos que debía leer para aprobar Literatura. Pero no es nada. Sólo sé quién es su papá. Quiénes eran sus amiguitos en la escuela. Que quería mucho a su mamá. Y así.

Tampoco viene al caso hablar de lo anterior. La genealogía y los detalles mafufos, como de qué está hecho el Mjolnir, no tienen nada que ver con ser un héroe. Va más allá.

Por circunstancias adversas, en la película, Thor tiene que aprender que en la vida se necesitan grandes dosis de paciencia. Se necesita dejar ir. Se necesita, también, cambiar. Transformarse. Moverse. Renunciar. Y todo eso no se logra sin el primer aspecto, sin esa paciencia tan indispensable y tan olvidada.

Los héroes no sólo son los personajes con poderes que aparecen en los cómics. Tampoco se limitan a los hombres que forjan naciones. Mucho menos son los rostros que observamos en los billetes. Los héroes pueden ser personas como uno. Pueden estar en el camión, en el metro, en la mesa de al lado, en nuestra casa. Puede encontrárseles donde menos se imagina. Lo que les aporta la condición de héroes es el hecho de que se desprenden, de que renuncian. Renuncian todo el tiempo. No es casualidad que sean solitarios. Aunque tampoco es casualidad que tengan adversarios. En ocasiones, lo que alguien detesta en otros es justo lo que quiere ser.



Heroes - David Bowie (La letra se puede ver aquí.)

En el mundo siempre hay gente que no te soporta. Gente que te tiene envidia. Gente que se regocija cuando te va mal. Es algo de lo más común. Los héroes lo saben bien. Están conscientes de que sus cualidades a veces son un estorbo para ciertos seres. Pero eso no los detiene, porque hay trabajo por hacer. Y lo dan todo. Llegan a las últimas consecuencias. Derrotan al mal. Crean un bien. Y desaparecen. Los villanos no son una preocupación permantente para los héroes. Éstos saben que pueden vencerlos. Y lo hacen. Los adversarios no son obstáculos, son oportunidades para los héroes. Son el motor del cambio que experimentan los héroes.

Si hay algo que siempre me ha gustado de los héroes es que nunca esperan recompensa. Tienen en la cabeza cosas más importantes que el reconocimiento. Libran una batalla consigo mismos. Porque, a fin de cuentas, también son humanos. Y tienen una vida que atender. Deben cuidar de los suyos. Deben ver por los suyos. Y el bienestar de los suyos también requiere de ciertos sacrificios pues, al pertenecer al entorno del héroe, se encuentran en constante riesgo. Y es justo ahí donde aparece la renuncia. El héroe prefiere renunciar antes de que alguien de los suyos resulte herido. Por eso la soledad. Por eso el aislamiento.

Los héroes también enfrentan críticas. En este mundo no se le puede dar gusto a todos, y eso es un hecho. Hay quienes los atacan o ven lo malo en sus actos. Hay quienes valoran lo que hacen, porque se dan cuenta de lo que hay detrás. Hay seguidores y detractores. Pero el héroe va más allá. El héroe está un paso adelante de esa interacción amor-odio. El héroe sabe que, de hacer caso, puede encontrar su perdición. Y el héroe, a fuerza de golpes, aprende a ser paciente. Se transforma. Se mueve. Se entrega al cambio constante.

No digo que todos debemos hacer lo mismo que los héroes, pues cada quien tiene una historia que configura su existencia, y no puede proceder de un modo o de otro a menos que, en el fondo, sepa que es lo más adecuado. Pero podemos ser héroes a nuestra manera. Transformarnos para transformar lo que está a nuestro alrededor. Callar las voces de la cabeza. Escuchar a las voces del instinto. Y recordar que, aunque nos quieran ver caer, poseemos la fuerza necesaria para salir avante. Y tener siempre presente que hay seres que quieren imitarnos, pues aunque nos expresan odio, en su interior nos admiran y anhelan ser semejantes a nosotros.

Es en la adversidad cuando más nos transformamos. También es cuando más nos acercamos a ser héroes, porque somos puestos a prueba. Y conocemos de qué están hechos los demás. Y de qué estamos hechos nosotros. Tenemos oportunidades para renunciar, para ser pacientes, para cambiar. Tenemos la oportunidad de transformarnos en algo más grande. En algo mejor. Se nos presentan miles de opciones, de alternativas. Y si escuchamos con atención y a las voces correctas, nos quedaremos con las opciones correctas. Y haremos lo correcto. Y conoceremos el gozo. Y, al igual que existen pequeños dioses, seremos pequeños héroes. Pequeños en apariencia. Y gigantescos por dentro.


Lau dixit.

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