miércoles, 22 de octubre de 2008

Correr en el parque




De unos meses para acá he desarrollado el gusto por correr. Me parece muy gracioso, dado que toda mi vida he sido sumamente floja y la única vez que hice ejercicio en la adolescencia fue porque mi mamá me mandó al gimnasio y una que otra actuación vergonzosa en la clase de educación física porque me obligaban a hacer "examen". Supongo que todo empezó por la necesidad de darle un giro a mi vida y comencé a interesarme en todas las cosas que antes pensé que no podía hacer.

No supe cómo, no supe por qué, sólo empecé a correr.

Y como en todas las cosas que pasan en la vida, correr tiene su lado bueno y su lado malo. Obviamente yo voy a hablar del lado malo. (Risa macabra.)

Me gusta correr. Tanto me gusta que procuro hacerlo todos los días, aun cuando mi tiempo es limitado en ciertas ocasiones. Considero que es una especie de momento que dedico sólo para mí, ya que soy del tipo de persona que hace como dos o tres cosas a la vez, y por lo tanto quiero disfrutarlo mucho, peeeeeero, como soy pobre y de familia numerosa y no tengo dinero para una banda de 18 000 pesos que me permita ver la tele o papar moscas mientras corro, me veo en la necesidad de salir, sí, señores, salir... AL PARQUE.



El día que comencé a correr lo hice en una especie de glorieta-camellón que está cerca de mi casa, pero la mirada de la gente que pasaba me intimidó, y como en el trabajo le platiqué mi hazaña a todo el mundo, unos compañeros me recomendaron un deportivo cercano a mi hogar, así que no dudé en ir al día siguiente. Obviamente, a los diez minutos mi cuerpo ya no aguantaba, pero seguí para no defraudarme a mí misma (me sonó como a película de Barbie) y cumplí con el tiempo que me propuse. Y como todo en esta vida, también hubo un pero.

El primer día que fui al deportivo, me topé a un tipo de frente mientras corría, y me pareció que me había saludado, pero como yo iba oyendo música y el hombre estaba bien feo, pues la neta no le di importancia. Al siguiente día me lo volví a encontrar pero ya no dijo nada, entonces pensé que el saludo no fue para mí, sin embargo, cuando me salí del deportivo el tipo se salió también y me lo volví a topar, y como podrán imaginar, me saludó. Y ahí va la babas de yo a saludarlo y ahí va el otro de perro a decirme que platicáramos y ahí va otra vez la babas de yo a hacerle caso y ahí va el otro de gandaya a quererme besar y ahí voy yo a decirle que no se pase de imbécil y ahí va él a decirme que le gusto y que estoy bien hermosa y bla bla bla bla ble bli blo blu. Pobre güey. Nunca le he creído a nadie cuando me dice que me veo bien o que soy guapa, y mucho menos le puedo creer a alguien que me dice que soy hermosa, pero bueno, esas ya son ondas psicológicas que no viene al caso mencionar aquí. El punto es que jamás volví al mentado deportivo.



Ese mismo día llegué a contarle mi amarga experiencia a mis compañeros y alguien mencionó un parquecito-glorieta que está relativamente cerca de mi casa, así que empecé a correr ahí. (Pinches compañeros, ya no debería hacerles caso, pero se les quiere.)

Y ahora sí, comienzan los detalles malos de correr en los parques (como si el acoso del tipo feo ese no hubiera sido suficiente):

1. El parquecito-glorieta está plagado de señoras. No es que me afecte que las damas hagan ejercicio, lo que me afecta es su feo hábito de ir chismoseando como si no tuvieran teléfono y el maravilloso invento de mi compadre el Alex Graham Bell valiera pa' pura madre. Digo, tampoco tiene nada de malo chismosear, salvo por el pequeño detalle de que el espacio para correr mide menos de un metro y se complica llevar un ritmo cuando un par de señoras van platicando de temas tan trascendentes como que la salsa verde no espesa o que el chipotle se lleva bien con la carne de res (situación verídica), y como tienen que ir viéndose las caras, ambas ñoras corren o caminan a la par y no dejan pasar a los demás. Me molesta sobremanera que estorben a los que van a hacer otra cosa que no sea platicar habiendo tantas bancas alrededor.




2. Al parquecito-glorieta llegan hombres solos. No tiene nada de malo el hecho de que un caballero se esfuerce por llevar una vida sana, al contrario, es de reconocerse. Lo que no me parece correcto es que nos miren las nalgas como si estuviéramos en un aparador de esos de Ámsterdam en los que los cuerpos se venden al mejor postor, ya que sólo vamos a correr, repito, co-rrer, si quisiéramos otra cosa se me ocurren veinte lugares más funcionales para lograr ese propósito. Una cosa es que admiren los atributos femeninos y otra que los miren con lascivia.



3. La gente va a pasear. Los espacios públicos de la ciudad son libres (por algo son públicos) y las personas están en todo su derecho de ir a papar moscas y de pasear a la mascota y de disfrutar la belleza de la vida y de hacer lo que les venga en gana, peeeero, si ven que el espacio para transitar es reducido y a eso le agregamos el comadreo de las señoras y las cacas de perro que hay que esquivar, la paciencia llega a su límite. A mí me sorprende el hecho de que nunca les grité ni les dije nada, con todo y que por culpa de estas personas un coche me iba a volar una nalga y la mitad de la otra.



4. Los fines de semana no son para correr, son para arrollar gente con la bicicleta, los patines o cualquier otro medio que involucre ruedas. Vuelvo a lo mismo, el espacio es menor a un metro. ¿Por qué las personas no andan en bicicleta en los lugares apropiados para ello?, ¿por qué tienen que darte codazos cuando andan en patines y no se disculpan?, ¿por qué no hay educación? Yo sé que no soy la dueña del parque, pero eso no justifica que pongan en riesgo tu integridad física sólo porque se les antoja andar con sus artefactos por donde no les corresponde.



5. La gente quiere competir. Eso es el colmo. Si no hay una distancia medianamente apropiada para correr con holgura, ¿por qué las personas se empeñan en competir y tratar de rebasarte? No sé qué pretenden con ello, pues que yo sepa todavía no hay un premio al mejor corredor de parque y dudo mucho que lo haya, pero de ser así, me retractaré con dolor. Es ridículo, en pocas palabras.
Nota: El tema de la competencia es muy extenso y me gustaría abordarlo a profundidad, pero este post ya es demasiado largo y prefiero explayarme en otro texto para poder descargar a gusto mi veneno. (Muajajajaja.)



Pa' pronto: el parquecito-glorieta es un asco, por lo que desde hace dos semanas me trasladé a otro parque igual de pinche pero con más espacio para correr, que a fin de cuentas es lo que me importa. No lo hago de manera profesional, no soy la mejor, pero tampoco la peor, simplemente corro porque me gusta.



P.S. Ustedes disculpen las fotos tan pinchurrientas, pero no tengo imágenes propias que ilustren este post, además, le hago promoción gratis a las personas que poseen los derechos de las que utilicé. (Risita de yo no fui.)

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