lunes, 7 de diciembre de 2009

Correr de noche

Hace días tomé la difícil decisión de correr por las noches. Fue difícil porque apenas tengo tiempo para hacerlo por las mañanas, y porque después de una jornada laboral uno ya no quiere mover un solo dedo, pero tras agarrar valor y hacerme a la idea de que es por mi bien, todo fue más sencillo.

Ahora salgo a correr muy temprano en las mañanas (para no encontrarme con el viejo de este post) y en la noche llego corriendo del trabajo, me cambio en chinga y me voy, porque tampoco es muy recomendable ir al parque tan tarde, considerando que hay varias farolas que tienen el foco fundido y el ambiente es literalmente tenebroso. El viernes fue chistoso, porque nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE fue a correr por la noche, pero las parejitas cariñosas abundaban por todos lados, y un señor que andaba caminando por ahí me puso un poco nerviosa, como que parecía pervertido o algo así (sin ánimo de ofender), y si no era eso, al menos sí era de esos voyeuristas a los que les gusta ver a la gente fajando o algo así, aunque lo bueno fue que iba corre y corre y si sucedía cualquier cosa, podía escapar fácilmente.

Es curioso pensar en el hecho de que las dos veces al día en las que corro, el cielo está oscuro. La tranquilidad y el cielo estrellado son muy relajantes, y me ayudan a poner en orden mis ideas y a sacar los pensamientos negativos que generé a lo largo del día. Ahora que lo analizo, creo que correr es sobre lo único que tengo control absoluto en mi vida, y eso me gusta, porque lo hago cuando quiero, como quiero y donde quiero, sin nadie que me esté molestando o juzgando, y sin tener que quedar bien o impresionar a alguien.

Cuando me acuesto para hacer abdominales observo el cielo, las estrellas, la luna, y al pensar en esa inmensidad se me olvida un poco el dolor y el cansancio, y me doy cuenta de que en este mundo hay muchas cosas que no apreciamos ni las observamos con detenimiento por lo comunes y cotidianas que parecen, y simplemente nos las perdemos. No soy emo ni dark ni nada parecido, pero me gusta la noche y la paz que ofrece, me gusta estar rodeada de árboles y plantas, sentir el aire que entra a mis pulmones y mis pies casi flotando sobre el piso, en fin, me gusta disfrutar la noche con todos mis sentidos.

El cansancio es mucho en ocasiones, y a veces me duele hasta el alma, pero lo que observo, siento y experimento al correr es más fuerte que cualquier malestar, y hasta podría decir que es un dolor que vale la pena.

Todo empezó con un propósito que me hice, pero siento que aunque lo alcance seguiré con este hábito, pues para tener control sobre cada aspecto de nuestra existencia hay que empezar por pequeñas cosas como ésta.

Lau dixit.

1 comentario:

Saint dijo...

Me gusto tu entrada...simple, sencilla y franca..mucha realidad xD.
Tambien corro, noche o mañana,, la inmensidad es algo asi como ... nosotros mismo..viendo hacia dentro..o desde fuera... todo depende.bonita analogia. saludos.