domingo, 20 de junio de 2010

Best Friend


Everyday I waited for you...


Jonathan Pierce / Jacob Graham


Hace meses vi la película Hachiko, donde sale el amor platónico de casi todas las mamás de la Tierra, el eterno galán canoso Richard Gere. La historia de la película fue real, y cuenta la anécdota de un perro akita llamado Hachi, que por azares del destino se encuentra con un profesor, quien lo adopta y lo integra a la vida familiar; el perro acompaña todos los días a su amo a la estación de trenes, y lo espera en el mismo lugar a su regreso, esa rutina dura varios años, hasta que el profesor, lamentablemente, fallece de un ataque al corazón. Hachi es enviado a casa de la hija de su amo, sin embargo, el sonido lejano del tren le causa nostalgia y le indica que tiene que estar ahí, en pie, y se escapa a la estación para seguir esperando al profesor; así lo hace por diez años, hasta que llega el momento en el que él también tiene que marcharse, y lo hace rodeado del amor y la admiración de las personas que conocen su historia.

Cuando vi la película, siempre tuve presente que es de esas con las que no se puede contener el llanto, y no me equivoqué. En las escenas más conmovedoras, un aura de suspiros y sollozos se hizo presente en la sala; lo más agradable de este hecho fue que el concepto de humanidad, de compasión, se materializó y se convirtió en parte del aire que todos los asistentes respirábamos, se cristalizó en cada lágrima derramada, se dispersó en cada suspiro y penetró en cada pensamiento, en cada idea surgida mientras nos encontrábamos en ese lugar. A mí se me enchinó la piel, tenía una sensación que se dividía entre el gozo y la tristeza, pero decidí no analizarla demasiado y quedarme con lo que estaba viviendo en ese momento, decidí disfrutar y apropiarme de ese momento en el que la divinidad se manifestó en una sala de cine.

Seguramente parece extraño que asocie un momento tan peculiar con una canción que quizá no tenga mucha relación con lo sucedido, sin embargo, la anécdota de la película, más allá de los valores que promueve, me recuerda una parte sumamente importante en la vida de los seres humanos: los amigos. Con ellos, es posible todo; sin ellos, la existencia no sabe a nada.

A continuación, el video y la letra de la canción:




The Drums - Best Friend


You're my best friend
But then you died
When I was 23 and you were 25

You're my best friend
But then you died
And how will I survive, survive, survive, survive?
Oh how will I survive, survive, survive, survive?

And every day I waited for you
And every day on the top of your car
Every day I waited for you
And every day on the hood of your car

I had a dream of you
You were drifting away
You were sad and the ocean dripped away

Oh no no, you're gonna be OK
Cuz I can see in your eyes, your eyes, your eyes, your eyes
Oh no no no, I wanna survive, survive, survive, survive

And every day I waited for you
And every day on the top of your car
Every day I waited for you
And every day on the hood of your car

And every day I waited for you
And every day on the top of your car
Every day I waited for you
And every day on the hood of your car


No es Día de San Valentín ni una fecha de esas en las que uno se acuerda de la gente que quiere, pero creo que no hace falta una ocasión así para acordarse de las personas importantes y expresar lo que uno siente por ellas. Yo, por mi parte, puedo decir que amo a mis amigos y que no concibo la vida sin su compañía y todo lo que hacen por mí. Con los amigos bien se puede disfrutar una bolsa de papas que un gran banquete; con los amigos se puede hablar de cosas serias o reír de cualquier tontería; con los amigos se puede estar bien en el mejor lugar o simplemente sentados en una banqueta, platicando; con los amigos se puede reír de algo muy gracioso o se puede llorar con mucho sentimiento; con los amigos se disfruta lo grande y lo pequeño; con los amigos se aprende y se vive; con los amigos se ama y se goza; con los amigos se sufre si ellos sufren; con los amigos se recibe amor incondicional, sin importar cómo sea uno; con los amigos existe comprensión y empatía; con los amigos se descubre lo mejor de la vida; con los amigos se aprende a caer y a levantar; con los amigos la existencia cobra sentido; con los amigos simplemente sucede lo mejor, con ellos se tiene todo...

Hachi me hizo entender muchas cosas y me mostró que un amigo excepcional no necesariamente es humano, pues lo importante es tenerlo, sin importar quién y cómo sea. Los amigos verdaderos, los amigos que te impulsan a darlo todo sin ningún reparo son como ese perro akita, permanecen a nuestro lado, nos esperan, procuran que estemos bien, se preocupan por nosotros, sufren si sufrimos y son felices si nosotros lo somos. Con esa película me di cuenta de que como humanos, tenemos mucho que aprender de los animales, y que con tantas cosas que existen de por medio en estos días, hemos dejado de lado lo más puro, lo más simple, aquello que nos une a las personas y nos impulsa a dar lo mejor de nosotros, a dar todo lo que tenemos, que no son cuestiones materiales, sino amor, puro amor...

Tengo muchos amigos y a cada uno le demuestro mi cariño de distinta forma. Puede ser en una conversación de messenger; en la hora de la comida que se comparte a diario; en un disco quemado que incluye mil canciones; en un dulce que aparece sobre el escritorio; en una película que se ve sólo por el gusto de la compañía; en un momento para fumar un cigarro; en una anécdota chistosa cuyo único fin es arrancar una sonrisa; en un dato curioso que nadie más sabía; en una convivencia de cerveza y música; en un chiste ingenioso; en un comentario brillante; en una crítica de cine; en una plática acerca de tecnología o futbol; en una mano dispuesta a ayudar; en un pastel de cumpleaños; en un desayuno de quesadillas; en un frapuchino; en una confidencia; en una caminata hacia el metro; en las conversaciones en el transporte público; en un mensaje de celular; en una llamada; en un aventón; en un detalle que no se esperaba; en la risa incontrolable; en el llanto incontrolable; en un abrazo de consuelo; en una felicitación; en un gesto de empatía; en una plática sincera; en un momento decisivo; en un partido vespertino; en un libro; en una edición; en una foto; en una página; en todo lo que me importa; en una canción de pop; en la canción que le da título a este post; en la alegría; en la tristeza; en el gozo perfecto; en la inmensidad de la vida...

Miles son las cosas que tengo que agradecer, e infinito el amor que siento por mis amigos. No hay palabras, no hay posts y no hay nada con que retribuir lo que me han dado, pero sí les puedo regalar este homenaje, que aunque humilde, encierra toda mi humanidad y mis sentimientos más puros, que es lo único y lo mejor que tengo para dar.

Gracias, gracias y más gracias por ser y por estar.

(Y también gracias a ti, Hachi, por recordármelo.)

Lau dixit.

No hay comentarios: