domingo, 30 de mayo de 2010

Syrtaki / Zorba's dance

Las personas necesitan un poco de locura, de otro modo nunca se atreven a cortar la soga y liberarse.

Nikos Kazantzakis


En casa de mis padres siempre está el periódico del día. Los domingos, El Universal regala un ejemplar de la revista Día siete, que casi siempre trae algo interesante y con "onda": propuestas literarias y musicales novedosas, reportajes estremecedores, mini entrevistas, y cientos y cientos de cosas nuevas que aprender. Entre sus muchas secciones, hay una que disfruto mucho y se llama Hasta atrás, con todas las connotaciones que se le pueden dar a esa locución; en ella, un personaje de la literatura regala un texto breve que si bien provoca sensaciones agradables, también puede generar otras reacciones: el escrito de la edición del 23 de mayo me hizo llorar.

He aquí el texto:


Manual de autoayuda /10

Zorba el Griego.

Tal vez recuerdes la película: Anthony Quinn e Irene Papas como protagonistas. Y la música de Theodorakis. Alegre, pegajosa, contagiosa, llena de vida.

Pero antes hubo un libro. Su autor: Nikos Kazantzakis.

De él tengo una frase que me acompaña:

Llega hasta donde puedas. O mejor, llega hasta donde no puedas.

Kazantzakis fue un espíritu libre, cuya mejor encarnación literaria es ese minero analfabeta en apariencia rústico y primitivo llamado Alexis Zorba.

Para Kazantzakis hay tres clases de seres humanos.

Los que tienen como objetivo de la vida comer, beber, enriquecerse, llegar a ser famosos.

Los que no viven sino a través de los demás: los que buscan hacer el bien, enseñar, compartir, iluminar.

Finalmente, los que viven para vivir, enfrentados a ese estupendo combate que es el impulso vital enfrentado a la existencia cotidiana.

Kazantzakis fue uno de estos últimos hombres. Buscó alejarse de lo fútil y efímero para acercarse a lo esencial. Escribió: "Yo no he hablado nunca de los detalles de la vida cotidiana: son caracolas vacías".

Le molestaba la forma como los seres humanos perdían su tiempo en discusiones vanas, efímeras. Le daban ganas de pararse en una esquina como un mendigo e implorar:

- Por favor, os pido una limosna. Dadme un poco del tiempo que perdéis. Una, dos horas, lo que queráis.

No creía en la humanidad y sus conceptos de justicia, mejoramiento de la calidad de vida, felicidad, virtud -"cebos populares a los que no me apego"-, sino en la llama de la superación que existe en cada ser humano y que lo hace arder espiritual y vitalmente.

Fue un hombre que trató de vivir su vida a plenitud, en completo dominio de su tiempo y de su libertad. Su epitafio lo muestra tal cual era:

"No espero nada. No temo nada. Soy libre".

Zorba el Griego es su alter ego. Se burla de los escritores llamándolos "cagatintas". Les reprocha escribir sobre lo que piensan es la vida, sin nunca en realidad, atreverse a vivirla, conocerla a fondo.

Zorba en cambio es un hombre que ha conocido en carne propia los avatares inherentes a la existencia. No les pone mala cara. Al contrario, los acepta como lo que son, partes de la experiencia de vivir. Es un ser vital por todas partes. Su energía se despliega en la alegría de estar vivo. Trabaja duro, pero también canta, baila, se emborracha, no como un derrochador sino como un hombre que disfruta de su tiempo en la tierra.

Zorba es un amante apasionado de la vida.

Su filosofía podría condensarse en lo siguiente: la vida es dura, sí, pero hay que vivirla, sentirla, gozarla, beberla, bailarla.

Si no puedes alegrarte de vivir, por lo menos vive la vida con alegría.

Apasiónate por el tiempo vital que te resta y no desperdicies el tiempo en cosas banales. Sonríe. Baila. Sueña. Atrévete a vencer el miedo. Sé libre. Goza. Al hacerlo, vive. Tal vez la vida no te alcance a vivirlo todo. Somos mortales y por lo mismo efímeros. No importa. Si me entiendes: que la muerte te sorprenda viviendo. Lo dice Zorba el Griego, con gallardía, a la hora de morir: "Muchas cosas he hecho; sin embargo, no han sido bastantes. Hombres como yo debían vivir mil años".

Mauricio Carrera

......


No es una regla que yo lea siempre la última página de la revista. El domingo la hojeaba, y salvo una imagen a doble página que emula el póster de la película No country for old men, donde aparecen los rostros de Messi, el Chicharito y Rooney, en lugar de la cara de Bardem, no encontré nada que llamara mi atención hasta que le di una mirada rápida a la citada sección y alcancé a ver que decía algo de Zorba el Griego. Comencé a leer y, al llegar al tercer párrafo, supe que ese texto iba a ser más interesante de lo que esperaba, pues hacía mención de uno de mis autores predilectos: Nikos Kazantzakis. Una vez que comencé la lectura, no pude detenerme sino hasta el final de la página, donde aparece una frase contundente que nos invita a disfrutar la vida, a consumirla en sensaciones, felicidad, aprendizaje y en un gozo sin ningún límite, un gozo genuino... un gozo perfecto. Después del punto final, no pude contener las lágrimas.

En la vida me he encontrado con cientos de personas, y siempre han sido aquellas como Alexis Zorba las que dejan una huella en mí. La gente que hace una diferencia es aquella que provoca que los demás quieran ser mejores, aquella que sin proponérselo llena la existencia de otros y los contagia de su sed de vivir, aquella que los pone contentos como una canción que invita a bailar, a tomar de las manos a las personas que se encuentran alrededor, olvidarse del ridículo y sólo pensar en ese momento maravilloso.

A continuación, la escena de la película y la canción original de Mikis Theodorakis:


Zorba's dance



Mikis Theodorakis - Syrtaki

Kazantzakis siempre tuvo la virtud de crear personajes entrañables, como Zorba, y todos ellos son poseedores de un grado de espiritualidad muy elevado, mismo que tiene su base en la simpleza. Lo más simple, lo primigenio, es lo que impulsa lo más sublime; bien decía San Francisco de Asís que entre más bajo sea el punto de partida, mayor será la elevación, por lo tanto, son los seres más humildes y simples los que nos enseñan las cosas más importantes en la vida, que poco tienen que ver con lo tangible o apabullante, y que mucho tienen que ver con lo sencillo y lo sutil. Se dice por ahí que la vida es prestada, por lo tanto la tenemos que cuidar y aprovecharla lo más que se pueda, aun cuando a veces no se tengan ganas, porque no sabemos en qué momento la tengamos que regresar.

Decía un amigo muy querido: "la vida es tan simple y tan fácil; uno siempre la complica". Vivir no es algo que tenga que pensarse mucho, porque el tiempo se va y no hay manera de recuperarlo, al igual que la juventud, la energía y las ganas de hacer las cosas; vivir es algo que se tiene que hacer instintivamente, como una función indispensable del cuerpo, tal como respirar, pues viviendo es como se alimenta el espíritu y se fortalece, y viviendo es como el alma obtiene oxígeno para realizar sus funciones. Zorba lo sabía muy bien y lo transmitió a Basil, una especie de discípulo en el arte de vivir, que al final terminó materializando la frase de Kazantzakis que dice: "Los mejores profesores son aquellos que saben transformarse en puentes, y que invitan a sus discípulos a franquearlos. " El alumno del noble Alexis indudablemente lo logró.

El texto de Mauricio Carrera, después de conmoverme hasta las lágrimas, puso una gran sonrisa en mí y me generó una gran alegría interior. No me importa si las cosas a veces no salen como me gustaría, o si mi vida no es perfecta, nada puede estar mal si me dedico a disfrutar lo que este mundo me ofrece, no puedo sentirme infeliz cuando hay tantas cosas hermosas a mi alrededor, tantas cosas que me hacen recordar que estoy aquí, respirando, observando, alimentando mi espíritu y, lo mejor de todo, viviendo.

Lau dixit.

1 comentario:

[DrAk'S] dijo...

los domingos son de periodicos y los liunes de periodicazos :)