lunes, 19 de abril de 2010

Adiós



Cuando una relación termina, la mayoría de las veces uno siente que se le viene el mundo abajo. En ocasiones uno quiso mucho a la persona de la que se ha separado, en ocasiones no tanto, y a veces esa ruptura era un hecho inminente del cual uno nunca se percató, pero indudablemente es un suceso que afecta y que, en mayor o menor intensidad, duele.


Así como dice la letra de la canción que le da título a este post, cuando termina una relación a veces uno pone canciones tristes y se dedica a pensar en lo que hizo mal, en lo que pudo haber hecho para que aquello que tenía no llegara a su fin y en todas las cosas que hizo con la persona a la que quiso. Todo lo anterior es parte de un duelo, es parte de lo que uno tiene que valorar para darle su justo lugar, y aceptar que, como dice Sai Baba, lo que termina, termina, y que es así por el simple hecho de que debía suceder de esa manera y no de otra. Está bien sentirse triste, está bien extrañar, pero es mejor dejar pasar todo y enfocarse en lo nuevo, en lo que vendrá y en todo lo que está esperando por nosotros, y en el proceso, alejarnos del rencor y de los sentimientos negativos que no nos ayudan en nada.


Después de que A. dio por terminada nuestra relación, hubo muchos días en los que no me calentaba ni el sol. Por todos los medios intenté cambiar las cosas y recuperar lo que según yo tenía; también intenté ser una mejor persona para atraer lo que había perdido, pero nada funcionó, porque lo que hacía era en función de otra persona y no en función de lo que yo necesitaba ni en función de mi bienestar. Cuando uno hace las cosas para agradar a los demás o que nos tomen en cuenta, no tiene ningún sentido, porque cada quien tiene su proceso, y no por el hecho de pensar en nosotros mismos somos egoístas, sino todo lo contrario, pues cuando queremos obligar a alguien a que esté a nuestro lado, lo hacemos para alimentar al ego y no porque estemos pensando que esa persona va a estar mejor, pues realmente no sabemos lo que necesita, sólo sabemos lo que nosotros necesitamos.


Algún tiempo después de la ruptura, escuché esta canción con detenimiento y descubrí que el señor Cerati tiene toda la razón. No importa cuánto duela o cuántas lágrimas se derramen, siempre habrá más amaneceres, siempre habrá más cosas por descubrir, más cosas por experimentar y más amores que disfrutar, y como todo en la vida, el dolor también pasa y el tiempo es indispensable para aliviarlo y ver que lo que nos sucede es para aprender y crecer.


A continuación, el video y la letra de la canción:


Gustavo Cerati -Adiós


Suspiraban lo mismo los dos
y hoy son parte de una lluvia lejos,
no te confundas no sirve el rencor
son espasmos después del adiós.

Ponés canciones tristes para sentirte mejor,
tu esencia es más visible,
del mismo dolor
vendrá un nuevo amanecer.

Tal vez colmaban la necesidad
pero hay vacíos que no pueden llenar,
no conocían la profundidad
hasta que un día no dio para más.

Quedabas esperando ecos que no volverán,
flotando entre rechazos,
del mismo dolor
vendrá un nuevo amanecer.

Separarse de la especie
por algo superior
no es soberbia, es amor,
no es soberbia, es amor...

Poder decir adiós
es crecer.



En un post anterior mencioné que el amor no se termina, sólo se transforma. Parte de esa transformación es aceptar que algo se acabó y que hay que pasar a lo que sigue, aceptar que nada es eterno y que lo mejor es sacar provecho de las experiencias para madurar y crecer emocionalmente. Decir adiós no implica sacar a esa persona de nuestra vida así como así, decir adiós es darse la oportunidad de experimentar cosas nuevas con ese alguien que fue muy especial, y si no es posible, abrirse a la oportunidad de encontrar otro alguien que nos sorprenda y nos haga querer ser mejores, alguien con quien tengamos vivencias diferentes, alguien de quien podamos maravillarnos y de quien aprendamos a amar en formas que no conocíamos.


La mayoría de las veces uno no entiende las cosas sino hasta después de que suceden, y gracias a los pequeños detalles y las nuevas vivencias comprendemos que así tenían que ser, pues nos hacen más fuertes, nos abren los ojos y nos permiten crecer.


Lau dixit.

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