viernes, 5 de febrero de 2010

Vivir para cagarla (episodio 12)


El 5 de enero fui a comprar unos encantadores gatitos de tela a una feria del juguete que se puso cerca del trabajo. Cuando crucé la calle un viejo que tenía tipo de cubano, se me quedó viendo raro y quién sabe qué balbuceó. Apreté el paso y huí lo más rápido posible y con ganas de sentarme a llorar, porque no me gustó la mirada de aquel hombre tan extraño.

Justo cuando crucé había una persona disfrazada de Mamá Lucha con una bolsa llena de cuadritos de rosca de Reyes, mismos que volaron en unos segundos, pues bien dice el dicho que gratis, hasta las patadas. Lo mejor de ese momento fue que un tortero de uno de los tantos puestos de comida que había, gritó: "¡Lleve su rosca!, ¡llévela, llévela! ¡Rosca del año pasado, bien rica y bien chingona!" Me sentí mal por la botarga, pero la verdad fue difícil contener la risa.

Cuando al fin compré los encantadores gatitos de tela, me disponía a regresar a otro puesto donde vendían ropita y artículos para Nenuco pirata (no tengo foto, pero la ropita estaba para morirse, y no precisamente por lo linda), cuando me topé con el viejo horrendo ese, y casi me da un infarto cuando me di cuenta de que me estaba hablando.

La conversación que sostuvimos fue la siguiente:

Viejo horrendo: ¿Eres de Guadalajara? (con ojos morbosos)

Lau: ¡No!

Viejo horrendo: ¿Eres de aquí?

Lau: ¡Sí!

Viejo horrendo: ¡Ah!, es que tu cara es como si fueras de allá. (sic) (¿cómo tiene la cara la gente de allá?, ¿todos tendrán una narizota y los dientes chuecos?)

Lau: ¡Pues no!, ¡no soy de allá! (en este punto yo trataba de parecer desagradable para ahuyentar a este hombre)

Viejo horrendo: ¿Y cómo te llamas? Yo me llamo "Vayaustéasaber". Soy de La Habana, Cuba. (la neta no me acuerdo de su nombre, pero me dio risa que dijo que es cubano, como si no se le notara)

Lau: Ahh... Laura... (sí, lo sé, fue pendejismo extremo decirle mi nombre)

Viejo horrendo: ¿Eres soltera o casada? (vaya que iba rápido este hombre)

Lau: ... soltera... (sí, otra pendejada de mi parte)

Viejo horrendo: Tienes cara de soltera... (de todo me veía cara el muy sangrón)

Lau: ¡Ya le dije que soltera!

Viejo horrendo: ¿Y con quién vives?, ¿con tu familia, con alguien más...? Porque tienes cara de soltera. (¿qué parte de "soltera" no entendió este tipo?)

Lau: ¡Ashhh!

Viejo horrendo: ¿Con quién vives?

Lau: ¡¡¡Con mi familia!!!

Viejo horrendo: Ah, ¿y por dónde vives?

Lau: Mmm, por Río Churubusco... (afortunadamente es una avenida laaaarga, así que le llevará tiempo encontrarme)

Viejo horrendo: ¿Por el centro de estudios? Bueno, no... ehh, ¿los estudios?

Lau: ¡No!, ¡más al sur! (en este punto ya no sabía si gritar o echarme a correr)

Viejo horrendo: (con tono solemne) Laura... ¿me puedes dar tu teléfono?

Lau: Psssssss... ¿sí? (el terror me invadía)

Viejo horrendo: (saca un papel mal doblado y una pluma Bic) Anótalo.

Lau: (con la mano temblorosa y tratando de inventarme un número) ¿Ok?

Viejo horrendo: (mira el número) ¿Es el de tu casa?

Lau: ¡Sí! (ya estaba empezando a enojarme)

Viejo horrendo: Mejor dame tu celular...

Lau: (inventando otro número en mi mente) A ver... (¡aaahhh, de veras con este pinche viejo!, ¡todo quiere!)

Viejo horrendo: ¿Y te puedo llamar? (¡cooooño!, ¿para qué pidió el número, entonces?)

Lau: Pssss... pssss, ¿sí?

Viejo horrendo: ¿Y ahorita qué estás haciendo? (seguramente no se dio cuenta de que estaba comprando juguetes)

Lau: Pueees... ¿comprando juguetes?

Viejo horrendo: ¿Saliste a comer?, ¿vas a regresar a trabajar? (por si no se había dado cuenta, en este país la gente por lo regular sale a comer de dos a tres, quizás en La Habana salen a las cinco y por eso piensa que en todos lados es igual)

Lau: ¡No, no salí a comer!, ¡¡¡sólo salí un momento para comprar unos jugueeeteeees!!!, ¡¡¡tengo que regresar a la oficiiiinaaaa!!! (en este punto yo ya había alcanzado la neurosis)

Viejo horrendo: Ahh... ¿entonces no saliste a comer?, ¿vas a regresar a trabajar?

Lau: ¡¡¡Sí!!! (Dios mío, Dios mío, Dios mío...)

Viejo horrendo: ¿Y a qué hora sales de trabajar?, ¿a qué hora entras?, ¿cuánto tiempo tienes para salir a comer?, ¿de qué hora a qué hora comes? (todo un interrogatorio, estaba bueno para la Stasi, la Gestapo o la KGB)

Lau: ¡Salgo a las siete, entro a las nueve, sólo tengo una hora de comida Y LLEVO MIS ALIMENTOS! (¿por qué me habrán enseñado a no ser grosera con mis mayores y contestar lo que me pregunten?)

Viejo horrendo: ¿Entonces vas a regresar a la oficina?, ¿a qué hora sales de trabajar? (¡no puede ser!)

Lau: Brbrbrbrbrbrbr... sí, regreso a la oficina, ¡¡¡¡y salgo a las sieteeeeee!!!! (como diría Delfín Quishpe: ¡Dios mío, ayúdameeeeeeeeee!)

Viejo horrendo: ¿Vas a comprar alguna otra cosa? (¡chale!, no veía la hora en que el tipo se largara)

Lau: Sí, tengo que ir a otro puesto a comprar un trajecito pedorro para un muñeco que mi sobrina adora y que ya no tiene qué ponerse. (obviamente no le contesté eso, mi respuesta llega a la coma solamente)

Viejo horrendo: ¡Te acompaño! ¡Vamos! (el viejo este era muy entusiasta, se me hace que pensó que lo encontré muy simpático y atractivo, pero ni una cosa ni la otra)

Lau: (deseando que se caiga una pila de Xbox o de Nenucos o de Comiditas o de lo que sea que usen los niños de hoy para jugar, y que evite que el viejo horrendo me siga hostigando) ¿Ok? Voy a ese puesto...

Una vez en el puesto de accesorios y ropita para Nenuco pirata, la conversación fue la siguiente:

Viejo horrendo: ¿Para quién estás comprando esas cosas? ¿Eres soltera, no? (otra vez la burra al trigo)

Lau: ¡Para mi sobrina!

Viejo horrendo: ¡Ah!, es que hoy es una fecha importante aquí en México, ¿no? (¿apenas se dio cuenta?, ¿acaso los puestos de juguetes no le decían nada?)

La señora tardó varios dolorosos minutos en darme mi cambio, así que en ese ínter tuve que fingir que le ponía atención al tipejo este y decir cuanta pendejada me venía a la mente, al tiempo que urdía un plan para librarme de él. Ya cuando la ñora me llevó mi cambio, el viejo horrendo continuó hablando:

Viejo horrendo: ¿Vas a regresar al trabajo? ¡Te acompaño!

Lau: ¿Ok? (mi desesperación en ese punto era tal, que vinieron a mi mente miles de ideas absurdas para zafarme de la compañía de este personaje)

Viejo horrendo: ¿Y cuándo te puedo ver?, ¿qué vas a hacer saliendo de trabajar? (el hombre en verdad no pierde el tiempo)

Lau: Tengo cosas qué hacer en casa... (ya mi imaginación no daba para más)

Viejo horrendo: (y metiche) ¿Qué cosas?

Lau: Siempre me llevo trabajo a casa, tengo muchos pendientes...

Viejo horrendo: ¿Y este es tu número?, ¿traes tu teléfono ahorita? (en verdad estaba bueno para detective)

Lau: Ehh... no. Lo dejé. (¿cuándo me iba a librar de este viejo encimoso?)

Viejo horrendo: ¿Y sí es tu número o me diste otro? Dime si no es, para no llamar... (viejo chantajista)

Lau: Ehh... ¿sí?

Viejo horrendo: Hasta aquí te acompaño, tengo que retroceder (ojalá fuera en el tiempo, para no habermelo encontrado), quiero ir a ver una de las computadoras que estaban vendiendo allá atrás (espero que no sea como ésta, jeje). Pero antes dime, ¿sí es tu número? Dime para saber si llamo o no, si me estás mintiendo...

Lau: ¡Ay, ya! Piense lo que usted quiera... (lo dejé con la palabra en la boca y me fui lo más rápido que pude)

Sé que soy de lo peor por no haberle dado la oportunidad a este señor, pero había algo en él que no me agradó. Que me perdonen Papá Orula, Papá Shangó y todos los Orishas por haberme portado así con una persona de su culto (en caso de que lo haya sido), pero no me gustó su trato, ni su manera de mirarme, ni de hablarme ni de nada. Creo que cuando una persona inspira confianza, uno está como sedita, pero cuando no es así, se pone terco como mula. En este post transcribí los detalles más angustiantes y desesperantes del rato en que este señor y yo estuvimos ¿hablando?

He tenido muy malas experiencias con personas que he conocido en la calle, me ha tocado gente muy afectada psicológicamente, y no es por ser prejuiciosa, pero mejor lo evito, para qué buscarle tres pies al cuatro.

Lau dixit.

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